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MARCO ETICO ECONOMICO DE LA EMPRESA MODERNA

  • Foto del escritor: JHOAN SEBASTIAN CAMPUZANO BARRAGAN
    JHOAN SEBASTIAN CAMPUZANO BARRAGAN
  • 2 abr 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 15 may 2022

Autor: José Luis L. Aranguren

Titulo de la obra: Ética de la empresa calves para una nueva cultura empresarial

Numero del capitulo: 3


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La ética empresarial, se centra principalmente en el pensamiento de la empresa como una organización económica y como una institución social, es decir un tipo de organización que desarrolla una peculiar actividad y en la que resulta fundamental la función directiva y el proceso de la toma de decisiones. La ética económica se refiere a todo el campo en general de las relaciones sobre economía y ética, específicamente sobre la reflexión ética sobre los sistemas económicos.


Teniendo en cuenta que el interés se convierte en un elemento esencial de la ética social moderna por encima de las pasiones, ya que el interés individual constituye la mejor garantía del orden social y el interés económico es enormemente eficaz para regir los asuntos humanos. De igual manera, en la propia naturaleza humana encontramos el principio básico de la ética que inspira la actividad económica; Así el mecanismo básico de un sistema económico que se controla por sí mismo o por la competencia del mercado, asimismo creando bienestar y armonía social en la medida en que permite que la tendencia al provecho privado de cada uno produzca el bien de todos


El utilitarismo representa una concepción ética auténticamente moderna para fundamentar racionalmente normas desde un principio ético universal y pragmático de la acción.Por consiguiente la razón profunda del éxito del utilitarismo y la falta de relevancia de Kant en economía puede encontrarse en la diferencia fundamental entre sus respectivos conceptos de la racionalidad práctica.


El principio de utilidad pretende lograr una conexión de racionalidad, hedonismo y universalidad, que caracteriza al utilitarismo moderno (a diferencia del antiguo, que era individualista y egoísta). Pero su presunto universalismo es más bien una mera defensa de la mayoría como criterio moral, a diferencia de Kant, que se rige por un principio estricto

y radical de universalización. Y, por otra parte, el hedonismo utilitarista entra en colisión con la exigencia Kantiana de llegar a discernir lo que significa una buena voluntad.


No obstante, el utilitarismo ha gozado de gran audiencia en el campo de la ética normativa hasta hace dos décadas. Se confiaba en su concepción de la racionalidad como eficiencia para evaluar moralmente las consecuencias, maximizando el bien y minimizando el mal conforme a dos criterios; el bienestar y la suma de utilidades individuales. Ahora bien, los problemas del utilitarismo son muy graves, tanto en el modelo cardinalista (suma de utilidades individuales como medida del bienestar social) como en el ordinalista («optimalidad de Pareto»), ya que los criterios de la tradición utilitarista empleados en la economía del bienestar son compatibles con situaciones de enorme desigualdad y, por tanto, insensibles a la injusticia, así como a la posible marginación de minorías en beneficio del bienestar de la mayoría.


El marco ético-económico de la empresa moderna no pertenece exclusivamente al reino de la necesidad, sino su flexibilidad puede aprovecharse para impulsar cambios que permitan aumentar los límites de la libertad, sin perder de vista las exigencias de la justicia social. La experiencia y la reflexión aconsejan ampliar el horizonte de lo posible desde la orientación crítico-regulativa de una ética transformadora del capitalismo; Precisamente para resaltar el sentido y la fuerza de la empresa moderna conviene tener en cuenta el cambio que supuso pasar desde un modelo ecológico (natural) a otro organizativo (productivo) en la actividad económica.



 
 
 

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